La Madre by Pearl S. Buck

La Madre by Pearl S. Buck

autor:Pearl S. Buck
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Novela
publicado: 2011-01-20T21:21:28+00:00


Aquella noche contempló la luna suspendida en lo alto del firmamento, mientras los niños dormían y todo estaba silencioso en la aldea, excepto por algún perro que ladraba a la enorme luna. A cada momento que pensaba en ello parecíale que debía ser viuda. Y si lo era…, si se casara tan pronto como él dijera, ¿sería lo bastante pronto?

Aquella idea se afirmó en ella de la forma más extraña. El hijo mayor no quería olvidar sus planes y se afanaba arando los campos y sembrando el trigo, dispuesto a partir en busca de su padre el mismo día en que diera fin a aquellos trabajos. Casi tan alto como su padre era entonces el hijo mayor, ágil y fuerte como el bambú e igualmente sutil. Había pasado ya la edad en que sus ideas podían ser refutadas. Era de naturaleza reposada y terca y no olvidaba jamás un plan trazado.

–Déjame ir ahora en busca de mi padre -dijo-. Dame el nombre de la ciudad donde vive y de la casa donde trabaja.

–Quemé las cartas, y ahora deberemos esperar hasta que llegue el año nuevo y él vuelva a escribir -repuso la madre, desesperada, para aplazar la ejecución de aquella idea de su hijo.

–¡Pero dijiste que lo sabías!

–Eso pensaba yo -contestó ella apresuradamente-, pero con una cosa y otra y con la muerte de la vieja madre lo he olvidado. Cuando la vieja madre estaba muriendo, yo le hubiese mandado una carta a tu padre y no pude hacerlo, porque lo había olvidado.

El hijo mayor miróla entonces con reproche, como si no la creyera, y la madre gritó irritada:

–¿Cómo podía yo saber que querrías marchar y dejarme todo el trabajo a mí, ahora, cuando empiezas a ser de alguna utilidad? jamás pensé que abandonarías a tu madre y sé que una carta llegará por Año Nuevo, como siempre ha llegado.

Así tuvo que conformarse el hijo mayor por el momento, y enfurruñóse, pues estaba decidido a ir en busca de su padre. Casi no le recordaba, pero parecíale que las memorias que de él tenía eran de un nombre alegre y bueno, por lo que el muchacho le echaba mucho en falta, pues aquellos días no amaba mucho a su madre porque siempre parecía irritada con él e incapaz de comprender sus palabras, y el hijo mayor quería a su padre.

Finalmente la madre no supo qué hacer, pero pensó que debía discurrir algo rápidamente, pues si el hombre no escribía efectivamente por Año Nuevo, el muchacho volverla a su idea y tarde o temprano ella tendría que contarle la verdad. ¿Cómo podría entonces hacerle comprender que lo que al principio sólo fue una pequeña mentira para salvar su orgullo de mujer, había ido creciendo y afirmando sus raíces en los años y era muy difícil de cambiar?

Intentó consolarse nuevamente a sí misma, diciéndose que el hombre debía haber muerto. ¿Quién había sabido jamás de un hombre que no regresara a su tierra y a sus hijos y a su viejo hogar, si vivía aún? Había muerto.



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